domingo, 20 de marzo de 2011

Partidos-empresa. La política como inversión


Según la ciencia política, un partido-empresa puede definirse como una organización al servicio de un líder sin ideología y con un accionar basado en el poder del dinero. Ese parece ser el caso, entre otros, de Alianza Para el Progreso, el partido del empresario César Acuña Peralta. Su relativo éxito y su presencia nacional le han dado un nuevo significado a la forma de hacer política en el Perú.

Por Raúl Mendoza

En las últimas elecciones regionales, representantes de Alianza Para el Progreso (APP), el partido de César Acuña, recorrieron el país buscando candidatos con posibilidades de triunfo para hacerlos sus aliados y cofinanciarles la campaña. Ganaron 2 gobiernos regionales, 14 alcaldías provinciales y 78 distritales, convirtiéndose en la organización política más exitosa de esos comicios.

Alcanzar este resultado fue sin duda consecuencia de una sustancial inversión económica. Es decir, una forma de trabajo partidario, pragmático y desideologizado que los politólogos han catalogado como partido-empresa y que puede convertirse en el nuevo estilo de actuar en la política peruana.

Aunque muchos estudiosos consideran que –en rigor– APP es el único caso de partido-empresa en el Perú –por su escala casi nacional, su poder económico y la presencia mediática de su líder–, los casos de políticos con similar estilo no son pocos. El politólogo Carlos Meléndez ha definido de manera coloquial y precisa este fenómeno en un ensayo publicado en el libro Anti-candidatos. Guía analítica para unas elecciones sin partidos (Mitin 2011): “Si es cierto que en el amor billetera mata galán, en el nuevo siglo va quedando claro que billetera mata político”. Esta característica recién empieza a definirse, pero ahí está desde hace un tiempo.

Ejemplos de seguidores de esa forma –derrochadora– de hacer política pueden encontrarse sobre todo en el interior del país, donde Acuña también inició su larga marcha. Por ejemplo, los dos candidatos que disputaron la presidencia regional en Ayacucho: Wilfredo Oscorima, vinculado al negocio de casinos, quien llegó a regalar billetes de 100 soles en campaña; y Rofilio Neyra, dueño de la empresa Inti Gas y del equipo de fútbol del mismo nombre. Ambos hicieron regalos en sus mítines, financiaron intervenciones quirúrgicas, entre otros obsequios. Uno de ellos –Oscorima, quien ganó la elección– prometió no cobrar su sueldo. Como se ve, parece que dinero es lo que sobra.

Votos cautivos

El sociólogo Rodrigo Barrenechea, investigador del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), señala que en el interior del país la actividad privada es la plataforma usual para incursionar en política. “Políticos con radios locales o recursos similares hay en muchas regiones. Eso hace que los partidos nacionales no puedan retenerlos o sumarlos, porque ellos construyen su propio capital político a partir de sus recursos privados. Hasta allí las similitudes. La diferencia con Acuña es la escala mayor de su organización y el control que tiene sobre ella”. El financiamiento del proyecto de Acuña proviene de sus universidades: César Vallejo, Señor de Sipán y Autónoma del Perú. Los votos que consigue provienen de los programas sociales que ha establecido para ayudar a sectores pobres con los que ofrece agua, alimentos, educación inicial y servicios en salud.

Hay otros políticos que tienen un perfil similar al de Acuña, aunque aún no han dado el salto al partido propio. Uno de ellos es José Luna Gálvez, congresista por Solidaridad Nacional y dueño de la Universidad Privada Telesup, el Instituto Isel y el colegio Galileo Galilei. Como Acuña, también tiene una fundación que ayuda a niños y mujeres pobres, y es uno de los principales contribuyentes en su partido (aportó 224 mil soles para la presente campaña, según el Jurado Nacional de Elecciones). A través de la donación de becas y el trabajo social que hace amparado en su poder económico, ha tejido su red de eventuales votantes. Es además el predecesor de Oscorima: desde que volvió al Congreso –estuvo suspendido por un juicio– ha cobrado un sol de sueldo y el resto lo dona a tres hospitales públicos.

Otro personaje con similares características sería el ex congresista Roger Amuruz, quien es presidente del grupo IDAT y dueño de la Universidad Tecnológica del Perú (UTP). Como los anteriores, es un empresario provinciano que colabora con jóvenes a través de becas de estudio y también realiza labor social. “Estos programas para favorecer a mucha gente y lograr sus votos son una práctica antigua. La diferencia es que el clientelismo en el Perú ha estado asociado al uso de los recursos públicos y en este caso se trata de recursos privados”, explica Barrenechea. ¿Podrían estos empresarios seguir los pasos de Acuña? “No he pensado en el partido propio, pero seguiré ligado a Solidaridad Nacional”, dice Luna Gálvez.

¿Y la democracia?

Justamente hablando de Solidaridad Nacional, se ha dicho que, si bien este es un partido establecido como parte del sistema político peruano, tiene un perfil que también puede remitir al estilo de los partidos-empresa. Rodrigo Barrenechea, del IEP, señala que las similitudes podrían estar en la centralidad del líder Castañeda, quien tiene un círculo reducido de leales, además de la verticalidad de su organización. “En su caso la organización está construida a su alrededor por el prestigio de gestor que tiene en cargos públicos. En cambio el líder de un partido-empresa logra su prestigio en el ámbito privado y lo transmite a su organización”, precisa.

Volviendo a Acuña, su pensamiento sobre los partidos es este, según dijo a La República en diciembre: “Ahora ya nadie vota por las ideologías. Ahora votan por propuestas y compromisos del candidato. Ahora los partidos no necesitan estar tan comprometidos con las bases; para mí la clave de un partido es tener líderes en cada provincia. Ellos ya hacen su organización de acuerdo con lo que quieren lograr”. Es decir, pragmatismo puro y nada de ideología. ¿Es el partido-empresa una presencia inminente en la política peruana? “Esa es una pregunta abierta todavía. Habría que ver si Acuña puede ampliar su organización a nivel nacional y alcanzar el triunfo”, dice Barrenechea. Ojo, es una tendencia que empieza a notarse y a estudiarse. El tiempo dará más luces sobre este fenómeno.

el EMPRESaRIO-CAUDILLO

Silvio Berlusconi, primer ministro italiano y dueño de empresas vinculadas a la comunicación, es el mayor representante del llamado partido-empresa en el mundo. Su agrupación política Forza Italia nació en Publitalia, su empresa de publicidad, y sus primeros ‘cuadros’ fueron sus empleados que recibieron cursillos acelerados de formación política para convertirse en candidatos. Muchos le auguraron el fracaso, pero se equivocaron. Berlusconi llegó al gobierno italiano amparado en el poder económico, político y mediático –un poder que se retroalimenta– de sus empresas, que incluyen canales de televisión, revistas, editoriales y hasta el club de fútbol AC Milan. El secreto de su éxito, según los observadores, se basa en el descrédito de los partidos políticos en Italia.

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